Malala Yousafzai es una joven de dieciséis años nacida en
Pakistan y residente en Reino Unido.
Es conocida por su lucha en defensa de los derechos civiles y
sociales, especialmente, el derecho a recibir educación de las mujeres. En su
blog compartió su experiencia bajo el régimen taliban, el cierre de las escuelas
privadas y la prohibición a las mujeres de estudiar en escuelas públicas. Ella
fue víctima de un atentado dirigido contra un autobús escolar, y tras ello, el
debate sobre el derecho a la educación de las mujeres en Pakistan y en otros lugares del mundo ha sido muy goloso
para algunos bien pensantes.
Malala ha sido homenajeada recientemente por la ONU, siendo
invitada a dar un discurso que ha sido aplaudido por todos.
En él la joven activista pidió a la comunidad internacional “hacer
un esfuerzo para lograr educación para todos los niños”.
Los principales dirigentes del mundo, entre ellos Obama, y
muchos presidentes europeos, felicitan a la joven por su coraje. Madonna se
escribió su nombre en la espalda.
Todos parecen compartir las ideas de Malala, sin embargo,
cada día se trabaja por limitar el derecho a la educación en aquellos lugares
del mundo donde a fuerza de luchas y reivindicaciones se ganó el acceso
universal a la educación fomentando la educación pública.
Mientras la ONU aplaude a la joven Pakistaní, se impone en
nuestros países un nuevo modelo de educación basado en la privatización. La
crisis sirve de excusa a estos politiqueros que felicitan a la estudiante
pakistaní al mismo tiempo que reducen el presupuesto en gasto público.
¿Podría estudiar Malala
en EEUU o en España si no tuviera dinero para ello?
¿Podría pagar Malala las tasas que se imponen a las nuevas
matrículas tanto universitarias como de
formación profesional?
¿Y qué hay de los jóvenes estado unidenses que se ven
endeudados durante años para poder pagar sus estudios?
¿Por qué no invitan a los miembros de Marea Verde para que
defiendan ante la ONU el derecho a la educación de todos y por lo tanto la
defensa de la educación pública?
La respuesta en muy sencilla, la cuestión de Malala es estratégica.
Un nuevo intento de poner el foco sobre la confrontación oriente-occidente.
Es necesario seguir hablando de Talibanes y de extremistas
islámicos para poder continuar con la máquina de guerra. Cualquier excusa es
buena para ello.
Ya no importa que nos duela la boca de tanto recordar que las
corrientes talibanes fueron subvencionadas durante años por los mismos que
ahora se erigen en sus principales enemigos.
Malala sufrió un atentado, y cientos de estudiantes en
España, Chile, Grecia, Portugal y otros países sufren las cargas policiales
cuando defienden lo mismo que ella, el derecho a estudiar. Solo que Madonna no
se acuerda de ellos en sus conciertos.
Yo comparto plenamente el discurso de esta joven, por ello me
enfada muchísimo ver como lo usan de forma hipócrita y partidaria aquellos que
atentan contra el derecho a la educación en sus propios países.
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