domingo, 22 de enero de 2012

De España a Españistán. Primera parte.

Esta mañana, mientras desayunaba, ponían en la televisión una de esas tertulias matinales donde se insinúa todo pero nunca se dice nada.

No estaba prestando demasiada atención al asunto. Pasados unos minutos, fui a la cocina a por más azúcar, y en la lejanía televisiva escuché una frase que me hizo sonreir:

"Habría que plantearse la búsqueda de una democracia real"

Al fin, los cronistas de la Corte de Juan Carlos comienzan a aceptar públicamente un hecho que muchos españoles llevamos denunciando hace tiempo.
No vivimos en una democracia, o mejor dicho;"Lo llaman democracia y no lo es"

La historia imprime carácter, y nuestro país tiene el suyo propio.

Su rica tradición cultural y gastronómica, así como su mestizaje (aunque algunos piensen que somos blancos europeos, y hablen de los africanos, asiáticos o latino americanos como si fueran inferiores) se los debemos, precisamente, a dos causas; La inmigración, o trasvase de población desde otras áreas geográficas, y la colonización.
La Península Ibérica fue receptora de pobladores llegados desde Oriente Próximo durante la Proto Historia, y también colonizada por los diversos pueblos que con distinta intensidad y dispares medios explotaron sus recursos naturales y humanos.

Pero el devenir histórico es caprichoso, y fácilmente, se puede pasar de colonizado a colonizador, cuando la circunstancia así lo permite, y de colonizador a colonizado nuevamente.

La construcción de las identidades puede ser muy peligrosa, pero es verdaderamente útil para aglutinar movimientos políticos de muy distintos signos.

El  Neogoticismo Medieval  sirvió para construir la identidad española que aún conservamos. No hay más que escuchar a Cayetano Martinez de Irujo, cuya madre posee el título de hija predilecta en Andalucía.

El estado español, tal y como lo conocemos geográficamente, comenzó a configurarse durante los Siglos VIII y XV, a través del proceso histórico que ha sido denominado "Reconquista".

El concepto "reconquista" tiene una fuerte carga ideológica, pues está dando por hecho que el conquistador o invasor está legitimado para llevar a cabo su empresa, ya que no va a usurpar un territorio ajeno, sino que va a recuperar algo que fue suyo.
Para justificarlo aluden a un antepasado que es el "propietario" legítimo del territorio.
Los cronistas de la época establecían vínculos entre los Reinos Cristianos constituidos en la Península y el Reino Visigodo Hispano.
La conquista de los territorios peninsulares bajo las banderas de los Reinos Castellano-Leoneses, por un lado, y la corona de Aragón, por el otro, se hizo en torno a un ideario nacionalista que mezclaba religión y política. Su máximo exponente fueron los Reyes Católicos cuando propugnaron la unidad territorial y religiosa, que se tradujo en los últimos episodios conquistadores peninsulares, y la expulsión o castigo a todos aquellos que no profesaban la religiosidad oficial.
Luego, tras el "descubrimiento" de América les toco a otros pueblos y civilizaciones conocer la mano dura del invasor, los que estaban al otro lado del Océano. La aculturación se hizo sobre la base de aquella ideología centrípeta (unidad territorial, ideológica y religiosa) y con el objeto de servir a un interés económico.

El Imperio Español fue producto de la guerra y la invasión, e imprimió en nuestro devenir el carácter aristócratico y prepotente que aún no hemos perdido.

Si estoy contando todo esto es para que entiendan como se ha desarrollado el espíritu español, o como dirían los autores del nacionalismo del S.XIX, nuestro volgeist.
Los valores que se vinculan a nuestra idea de Nación no son valores progresistas, ni democráticos, ni solidarios, ni justos.
Son valores producto de una sociedad militarista e imperialista.

Este ideario sigue siendo el que impera oficialmente en todos nuestros medios de comunicación, el que impregna nuestra enseñanza, y el que, aún, sirve de base para conformar nuestra sociedad futura, a pesar de la asunción por nuestra normativa de la Declaración de los Derechos Humanos.

Es muy difícil educar a la sociedad en la solidaridad y la justicia social cuando a través del análisis histórico se está dando un mensaje muy distinto.
Cuando nuestras autoridades siguen tratando a las naciones que antaño fueron colonias de España como colonias, y no se reconoce el derecho de éstos de regir sus propios procesos políticos y económicos. Cuando se ingiere en sus asuntos internos usando la mentira, la manipulación y la propaganda.

La pervivencia de la ideología no viene acompañada, sin embargo, por la realidad social. España ya no es un imperio económico colonizador. Su estructura social y económica es la de un país dependiente económicamente y colonizado.

Vivimos una situación similar a la de los países del Tercer Mundo, ya que nuestras estructuras no son las de un país desarrollado.

El problema es que no lo aceptamos.

Es imprescindible reconocer las carencias y aceptarlas para poder cambiar las cosas. Pero nuestra cultura oficial nos impide realizar este ejercicio de saneamiento.







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