El final de la 2ª Guerra Mundial supuso el inicio de un
nuevo orden mundial, caracterizado por la división en dos bloques que
representaban dos modelos sociales y económicos opuestos; el capitalismo y el
comunismo.
La historiografía ha denominado a ese periodo “Guerra Fría”, y todos creímos haber asistido
a su fin tras la desaparición de la URSS. Nada más lejos de la realidad.
El término Guerra Fría fue acuñado en EEUU mediante la
publicación de un libro denominado del mismo modo, y cuyo autor era Walter
Lippmann.
Dejando a un lado los debates historiográficos quiero llamar
la atención sobre un hecho concreto. EEUU desarrolló toda una estrategia
diplomática, informativa, militar y política destinada a debilitar al enemigo.
Este patrón o forma de actuación no ha variado un ápice a pesar de que
oficialmente ya no estamos en Guerra Fría desde los años 90 del pasado siglo. El
enemigo ha cambiado, pero la forma de combatirle se repite como disco rayado, y
sin que ello sirva para generar una mínima reflexión sobre las verdaderas
razones de dichas estrategias.
Nadie puso en duda las armas de destrucción masiva de Sadam
Hussein, y nadie pone en duda las presuntas bombas nucleares de Irán y sus
pruebas. Nadie se “rasga” las vestiduras al observar que el segundo país que
posee mayor número de ojivas nucleares, EEUU, se erija en defensor a ultranza
del Tratado de No Proliferación, y aunque los datos de 2012 revelan que dicho
país posee 8000 cabezas activas nucleares, no tiene ningún problema en exhortar
a otros a que paren sus programas de enriquecimiento de uranio, como sucede con
Irán, país que, por cierto, no cuenta con ojivas nucleares. O sus programas
militares, como sucede con Corea del Norte, país que, de acuerdo a los datos
del año 2012, tiene tan solo 10 cabezas nucleares.
Y es que a la política exterior de la potencia Norte
Americana le pasa como al pescado cuando se mantiene por demasiado tiempo sin
consumir, huele. Del mismo modo en que Hollywood se empeña en prolongar las películas
haciendo interminables entregas, acuérdense de Rocky. La administración tocante
en cada época nos sorprende con un nuevo capítulo de su Guerra Fría
Interminable.
Y encienden su maquinaria la cual comienza con la
manipulación mediática del hecho. Convierten al agresor en mediador, al
agredido en agresor y al aliado en agredido.
La prensa se hace eco de las pruebas militares de Corea del
Norte y de las amenazas dirigidas a Corea del Sur y EEUU, pero nada dicen de las
pruebas que Corea del Sur y EEUU llevan poniendo en práctica allí desde hace
años, y que son la verdadera causa de que se haya llegado a este punto de confrontación
con Corea del Norte. Pues lo que buscan es desencadenar el conflicto que permita
la intervención de EEUU y el control de toda Corea.
En el año 2010 fue
hundido un buque de Guerra surcoreano, el Cheonan. Corea del Sur culpó a su vecino
del Norte, quien lo negó en rotundo. En ese mismo año se hizo una investigación
sobre el suceso dirigida por EEUU y otros aliados suyos y emitieron un informe
oficial que culpaba a Corea del Norte. Decían que el ataque era una respuesta a
unas importantes operaciones militares que el buque hacía en aguas fronterizas.
En realidad nunca se pudo probar tal hecho, pero sirvió para incrementar la
tensión en la zona.
El 10 de Marzo de este año la prensa se hizo eco del
lanzamiento conjunto entre Corea del Sur y EEUU de nuevas pruebas militares, a
las que denominaron Key Resolve. Además
existe un proyecto conjunto para la recuperación del control de operaciones de
guerra de Washington a finales del 2015.
Las provocaciones han dado su fruto y Corea del Norte ha
proclamado el estado de guerra por su parte.
La opinión pública de este lado, influenciada por la
literatura periodística occidental que emite informaciones de dudosa veracidad,
como que el presidente de Corea del Norte se preocupa en exceso de los peinados de los norcoreanos, no
hace mucho decían que había prohibido que se peinaran como él, cuestiona la
cordura del mencionado dirigente.
Aparece como un loco iluminado deseoso de dar al botón
nuclear, mientras que un país tan “antibelicista” como EEUU cuya historia
refleja “lo poco que gusta a éste país la guerra” pide calma a Corea del Norte
y vuelve a exhortar a que abandone el programa nuclear y las prácticas
militares que ellos mismos tienen intención de prolongar hasta 2015.
Tener 8000 ojivas nucleares no supone un peligro para la
humanidad, tener 10 sí. Pasear un buque de guerra por las aguas fronterizas de
un país no es una provocación sino una maniobra de vigilancia, pero contestar
pidiendo que paren inmediatamente de agredir su soberanía o de hacer pruebas militares en el límite de su
territorio o de interferir en sus políticas internas es una gran agresión.
Y así continuamos en el mundo al revés donde los agresores
son premios nobel de la paz.
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