miércoles, 29 de agosto de 2012

Nosotros somos el sistema, nosotros somos la revolución

Nuestro mundo se desmorona, se nos rompe en pedacitos.

Indignados, cabreados, abatidos y confusos  acudimos a los filósofos actuales buscando referentes. Necesitamos que alguien nos cuente de qué forma podemos volver a recuperar la esperanza de progreso que un día tuvimos.
Ellos hacen lo que pueden, y reflexionan sobre sus propias teorías, basadas en la tradición ilustrada europea.
Las recetas  para salir de la crisis propuestas en los foros de debate suponen la reivindicación del mal trecho Estado del Bien Estar.

¿Es eso lo que necesitamos?

Europa no está unida, pese a llamarse Unión Europea.
Todo ha sido un burdo engaño diseñado desde los laboratorios de los dueños del capital, los que desde el S.XVIII comenzaron a progresar a costa de otros. El oro, la plata, los minerales, los frutos de la tierra robados a América, Asia y África dieron la riqueza a unos pocos capitalistas y ofrecieron al resto un espejismo de desarrollo.
El capitalismo era muy bueno, porque generaba riqueza, y con la riqueza el Estado tiene ingresos, y tenemos bien estar.
Nuestras carreteras, nuestros sistemas de calefacción, nuestros coches, nuestra ropa, nuestros tintes para el pelo, el plástico, los chicles chew, las latas de conserva... todo lo que daba sentido a la vida de un joven occidental era posible gracias a la explotación sufrida por millones de personas en el mundo llamado subdesarrollado en nuestros libros de Ciencias Sociales, cuando deberían llamarlo Mundo Colonizado.
Nosotros éramos felices al son de Madonna y  Rolling Stone; teníamos discos de vinilo y luego CDs y Ipods
¿De donde saldrá la materia prima para su fabricación? ¿Cuanto le pagarán a esos obreros, tendrán ellos bien estar? Nunca nos importó un pimiento.

Pero mientras la soga no llega al cuello, a nadie le amarga un dulce, y en esa Unión desunida de Europa, la soga empieza a tirar... algunos comenzamos a ahogarnos y otros tardarán más.
Y ahora nos damos cuenta de que algo no va bien, y lo llamamos crisis, o estafa, los más avispados. Buscamos en los banqueros el máximo culpable... ¡y bueno! ellos son los dueños del capital, pero nosotros somos el capital.

¡Y nosotros qué!

Queremos volver a revivir el pasado y que todo vuelva a ser como antes de despertarnos de nuestro plácido sueño tornado pesadilla.

Pero el bien estar nunca ha existido. Fue un invento, como Superman.

No se trata de revivir un falso pasado, sino de construir el futuro basado en una idea muy distinta a la del progreso.
 Cada pueblo debe ser soberano en sus decisiones y en su relación con los recursos que le rodean.
El nuevo mundo y el nuevo hombre debe tener como principio básico la solidaridad y la empatía.
No podemos comernos el arroz del vecino, ni llenar nuestros coches con gas oil de las refinerías de empresas multinacionales que roban el crudo con guerras o sucios juegos de diplomacia a otros países, como a Libia, o como lo hicieron en Venezuela, hasta que llegó Chávez y mandó parar.
 El trabajo tiene un valor y debe ser retribuido de igual forma en cada rincón del planeta. No vale que pidas el bien estar para Europa, mientras vestimos prendas cosidas con mano de obra esclava o semi esclava en África.

Ese es el único cambio que nos vale. Ese es el hombre nuevo. Cambiar nuestra forma de vivir.







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